Un hombre muy pobre entró a una iglesia de gente rica y poderosa.
Al notar la ropa sucia del hombre, un diácono, preocupado por la imagen de la iglesia, se dirigió al hombre y le preguntó si necesitaba ayuda. El hombre dijo: "Yo estaba orando y el Señor me dijo que viniera a esta iglesia."
El diácono sugirió que el hombre orase nuevamente para que posiblemente escuche una respuesta diferente. El domingo siguiente el hombre regresó. El diácono le preguntó: "¿Recibió una respuesta diferente?"
El hombre respondió: "Sí, lo hice. Le dije al Señor que no me quieren en esa iglesia y el Señor dijo: 'No te preocupes hijo, he estado tratando de entrar en esa iglesia durante años y aun no he podido entrar. "
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