Un predicador enojado porque alguien se durmió durante su predicación, desde el púlpito le grita a la señora que estaba sentada al lado del dormilón:
- ¡Usted Señora, despierte a ese dormilón!
La Señora, de muy buen modo le contesta:
-Ah no! Usted lo durmió, usted lo despierta.
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