Había un cantinero que tenía un perico. El perico les decía a todos los que entraban, "Hay botana y cerveza." Pasó el tiempo, y se quemó la cantina. El perico se salvó, y se lo regalaron a un pastor de una iglesia. Pero cuando entraban los creyentes a la iglesia, el perico les decía, "Hay botana y cerveza. Hay botana y cerveza." El pastor lo reprendió y le preguntó porque decía eso. El perico le respondió, "Es que son los mismos que entraban en la cantina."
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