El pastor y el ateo


Un pastor le pidió a su congregación que orara para que se cerrara el bar del barrio. Al poco tiempo, un rayo cayó e incendió el bar. El dueño, ateo de toda la vida, presentó una demanda contra la iglesia. Durante el juicio, el dueño decía que la iglesia tenía la culpa del incendio, porque había orado por ese rayo. Pero el pastor lo negaba diciendo: "No fue la oración, fue más bien una casualidad".

Al final el juez dijo: "¡No puedo creerlo! Tengo a un ateo que cree en el poder de la oración y a un pastor que no cree que la oración haya hecho algo".


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