Había un hermano muy enfermo del estómago, y ya no aguantaba más. Así que fue al culto para que el pastor lo ungiera. Cuando comenzó, le dijo:
"¡Espíritu, a ti te digo, sal de ese cuerpo!" Pero el hermano ya no aguantaba más el dolor y la hinchazón, y ¡se le escapó un gas de cierta parte! Entonces el pastor dijo:
"¡Espíritu, sal por donde sea, pero sal!"
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