Coche cerrado

Una mujer estaba en el trabajo cuando recibió una llamada telefónica de que su hija estaba muy enferma y con fiebre. Ella salió de su trabajo y se detuvo frente a la farmacia para conseguir algo de medicación. Entonces volvió a su coche y se encontró con que había cerrado el coche con las llaves adentro.

Ella no sabía qué hacer, así que llamó a su casa y le dijo a la niñera que había pasado. La niñera le dijo que la fiebre era cada vez peor. Ella le dijo: "Señora, si puede encontrar un gancho de ropa, lo puede usar para abrir la puerta." 

La mujer miró a su alrededor y encontró una vieja percha oxidada que estaba  tirada en el suelo. Pero luego miró a la percha y se dijo: "Yo no sé cómo usar esto." 



Entonces inclinó la cabeza y le pidió a Dios que le enviara un poco de ayuda. A los cinco minutos un viejo coche oxidado se detuvo, con un hombre sucio, grasiento, con barba, que llevaba ropa de motociclista y un viejo trapo en la cabeza. La mujer pensó: "¿Esto es lo que Dios envió para ayudarme?" Pero, como estaba tan desesperada, no le importó.

El hombre salió de su coche y le preguntó si podía ayudar. Ella dijo: "Sí, mi hija está muy enferma. Me detuve a buscar algunos medicamentos para ella y dejé mis llaves dentro del coche. Tengo que llegar rápido a casa. Por favor, ¿Puede usar este gancho para abrir mi coche?"

Él dijo: "Claro". Se acercó al coche, y en menos de un minuto se abrió el coche. Ella abrazó al hombre y entre lágrimas le dijo: "¡Muchas gracias! Es usted un buen hombre." 

El hombre respondió: "Señora, yo no soy un buen hombre. Acabo de salir de la cárcel hoy. Estuve en la cárcel por robo de coches y sólo he estado fuera desde hace como una hora." 

La mujer abrazó al hombre de nuevo y con lágrimas y sollozos gritó en voz alta: "¡Oh, gracias Señor! ¡Incluso me enviaste a un profesional!" 


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