En medio culto, se levantó un hermano a dar un testimonio:
"Hermanos, yo tenía una vecina ancianita que estaba muy, muy enferma. Ya hasta el médico la había desahuciado. Entonces me pidieron que orara por ella. Y con autoridad le pongo las manos encima. Cierro los ojos y empiezo a orar, y a orar. Y al ratito se murió la señora.
Pero se murió con una paz..."
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