Un hombre de una familia bastante acomodada, fue a
pedirle al pastor de su congregación que presidiera la ceremonia de su
matrimonio en la iglesia.
El pastor aceptó encantado, pensando que con una boda tan
lujosa, seguramente que aumentarían las finanzas de la parroquia a través de la
donación de parte de la familia o de los invitados.
Por desgracia, la celebración terminó, y a pesar del gran
sermón y la presencia de una gran cantidad de personas opulentas en la
audiencia, la donación recogida fue insignificante: ¡10 dólares!
Unos meses más tarde, el pastor recibe de nuevo al novio, que
ahora viene a quejarse de su nueva esposa:
- “¡Es perezosa, desordenada, celosa, impuntual, quejosa, anda siempre de mal humor… en fin, tiene todos los defectos de una mujer y más!”
- “¿Qué es lo que querías -le respondió el pastor- por 10 dólares?”
jajaja q malos...los ricos son takaños =p
ResponderEliminarYo no soy takaño jajajaja
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