Después de un largo día de predicación, el pastor iba manejando a su casa con su esposa. Volviéndola a ver, le dijo:
-Mi amor, ¡que cansado estoy!
La esposa respondió.
- Yo estoy más cansada que tú.
-Pero, ¿cómo? dijo el pastor. ¡Yo tuve que predicar cuatro enseñanzas!
-Sí, pero yo tuve que escucharlas todas, respondió la esposa.
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