La valla

Había una vez un gran grupo de personas. A un lado del grupo había un hombre, Jesús. En el otro lado del grupo se puso Satanás. Entre ambos grupo, había una valla que los separaba.
En un momento, tanto Jesús como Satanás comenzaron a llamar a las personas a sus grupos. Y una a una, cada persona se fue con Jesús o con Satanás.
Muy pronto, Jesús había reunido a su alrededor a una multitud muy grande, como lo hizo también Satanás.

Pero un hombre no quiso unirse a ninguno de los grupos. Se subió la valla que estaba allí y se sentó sobre ella. Entonces Jesús y su pueblo se fueron. También lo hicieron Satanás y sus personas. Y el hombre en la valla seguía sentado solo.

Al rato, Satanás volvió, en busca de algo que parecía haber olvidado. El hombre le dijo: "¿Has perdido algo?" Satanás lo miró a los ojos y respondió: "No, eres tú el que me faltaba. Ven conmigo." 

"Pero", dijo el hombre, " yo me senté en la valla. No te elegí ni a ti, ni a Jesús." 

"Eso no importa", dijo Satanás. "Yo soy el dueño de la valla." 


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