Había una vez un hombre que buscaba una iglesia perfecta, pero siempre encontraba alguna falla en cada una donde asistía:
"En esa iglesia, la alabanza es aburrida".
"En aquella congregación, los ujiers no saludan".
"Y en esa otra, el pastor en muy viejito".
Etc., etc., etc.
Era imposible quedarle bien a ese señor.
Pues bien, en una ocasión, un anciano de la iglesia muy sabio le dijo:
"Mira hermano, si algún día encuentras una iglesia perfecta, no te le vayas a unir, porque en ese momento, de seguro ya no será una más iglesia perfecta".
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